Lavanda

Cada mañana unas flores de lavanda para mí, el sol en mi espalda, el calor seco sobre mis hombros. Una falda, unas chalas, una buena música y la caminata firme, no tan rápida pero segura. Segura no de lo que mis pies van a encontrar pero segura de que encuentren lo que encuentren será siempre algo que transformen en alegría. No en seguida, después quizás. Dos ramitos de lavanda para el porvenir, para celebrar que a pesar del frío, del odio, del ubris : el orgullo original de los hombres, a pesar de todo eso y de la vejez y de la estupidad y de los serpientes, igual estamos acá firmes hasta en caso de terremotos. Con ese ramo de lavanda, me recuerdo de los veranos en el campo de mi país tan lejos, de las comidas ricas de mi mamá, del cariño de mi familia, de las risas de mis amigos, de mi abuelo y su suave perfume, de mi primer amor tan lindo, de los demás amores, de ti, de mí, niña. En mi camino cotidiano me gustaria encontrarme con unas gardenias también,y margaritas, y rosas y violetas! La ausencia no importa tanto ; al final no existe, llevo a mucha gente conmigo a cada rato, los que murieron, los que se alejaron, los que me aman, los que decidieron que no, no más. Gracias a esta lavanda, a su perfume perseverante que no quiere irse, nunca olvido nada y sigo mi camino con una caminata leve, con mi corazón lleno de recuerdos pero no de fantasmas, repleto de alegría de ser presente yo, acá y ahora, hic et nunc.